Cuando
decimos NO A LA GUERRA es por abreviar. Porque un discurso cabe en un
telediario, pero no en una pegatina.
Cuando decimos no a la guerra, queremos decir:
Que a pesar de los escalofríos que nos produce vuestro frívolo
y bestial entusiasmo por monopolizar el derecho a la vida, no nos convence
vuestra campaña del miedo.
Que
nos producen hastío y coraje vuestros mediocres, débiles,
repetitivos y malvados pretextos.
Que sois vosotros, transformados en pelotón de ejecución
mediático tras la farsa de las resoluciones, los que nos aterrorizáis.
Es con vosotros con quien no nos sentimos seguros.
Que vuestras palabras hieden como el aliento de bestias de presa disfrazadas
de héroes y cuando las pronunciáis surge un brillo carroñero
en vuestros ojos.
Que nos negamos a que pervirtáis nuestros deseos, a que violéis
nuestra calma, a que secuestréis nuestra dignidad. Nos estáis
insultando. Dejad de ensuciarnos con palabras epilépticas, llenas
de burla, amenazantes.
Que el planeta no es vuestro parque temático donde entretener
vuestra lepra ética, vuestra enfermiza exaltación, vuestras
raquíticas aspiraciones.
Que rechazamos vuestra indecente propuesta. Nuestro criterio es la vida
y con vuestro apetito de destrucción os colocáis en nuestras
antípodas. Entre nosotros y vosotros hay más distancia
que entre una estrella y el petróleo de las entrañas de
la tierra.
Que os exigimos que nos dejéis vivir más allá de
vuestros arrebatos inmundos. Que dejéis de jugar a ser dios.
No necesitamos de ningún dios que nos salve de su demencia.
No os creemos; sabemos que disimuláis vuestro apetito de poder
y dominiación invocando fantasmas vacuos, hurgando en nuestro
tuétano para aterrorizarnos.
Dejadnos en paz. Jugad vosotros. Cambiad vuestro traje a medida y vuestra
estúpida corbata por un uniforme de camuflaje y un kalasnikov.
Y perdeos en el desierto. Dejadnos en paz.
Nosotros somos muchos. Muchísimos. Todos. Somos eso: Todos menos
vosotros.
Nuestro NO ha de estar por encima de vuestra obstinación.
NO A VUESTRAS GUERRAS.
G.noveva