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DEL 4 DE ABRIL
AL 19 de MAYO 2017
LA MIRADA DE KATI HORNA.
GUERRA Y REVOLUCIÓN (1936-1939)
La exposición "La mirada de Kati Horna. Guerra y Revolución (1936-1939)" reúne 98 instantáneas, algunas de ellas inéditas, de las 270 que la fotógrafa anarquista logró salvar de su estancia en España entre 1937 y 1939.
Kati Horna es sin duda una de las creadoras más inusuales y auténticas del s.XX, "Una obrera de la fotografía" como se definía ella misma. Feminista, solidaria y libertaria, la artista nacida en Budapest en 1912 y participante de las vanguardias de entreguerras, fue llamada a documentar y dar testimonio del trabajo transformador que estaban llevando adelante la CNT y la clase trabajadora durante la Guerra Civil : "colectividades, comités de gestión de la producción en las empresas, ocupación de iglesias y edificios, febril trabajo de educación y cultura hablaban de una transformación mucho más profunda que una simple reforma del Estado", tal y como se destaca en el catálogo con el que cuenta la exposición.
Inauguración 4 de abril con la presentación de
Exposición organizada por: CGT y Espacio Tangente
En horario de lunes a viernes de 18.30a 21.30 h
LA MIRADA DE KATI HORNA.
GUERRA Y REVOLUCIÓN (1936-1939)
Horna estuvo siempre en la retaguardia, no lleg ó a pisar el frente. Retrató con su Rolleiflex maravillosas imágenes de lo cotidiano, siempre con una mirada tierna hacia los niños, las mujeres y las víctimas de los bombardeos. Al con- trario de los fotógrafos de la época (Capa, Centelles, Taro, Cartier-Bresson...) no le interesaba publicar en los grandes medios internacionales sino poner su cámara al servicio de la CNT-FAI y del anarquismo. Fue redactora en la revista Umbral: Semanario de la Nueva Era y colaboró con las pu- blicaciones anarquistas Tierra y Libertad, Tiempos Nuevos y Mujeres Libres.
Sus fotografías son muy diferentes a las de sus compañe- ros. No le interesa la muerte ni la crueldad, que nunca se muestran abiertamente, sino la dignidad de la población que resistía la guerra. Frente al espectáculo de los cuerpos desmembrados, la sangre y el campo de batalla, Horna nos plantea un espacio de reflexión sobre la guerra y sus con- secuencias sobre los civiles. Pacifista y anarquista, su foto- grafía representa la memoria de lo cotidiano. Y en esa co- tidianidad, siempre la presencia de las mujeres: las madres combativas, las milicianas, las niñas y las ancianas.
El uni- verso femenino exhaustivamente retratado, que a través de sus imágenes da un aliento de humanidad a tanta barbarie.
Horna era una mujer fuerte y brillante que se relacionaba de igual a igual con sus compañeros. Robert Capa, a quien conocía de la adolescencia y con quien vivió un romance hasta que Kati conoció al pintor José Horna su marido.
Al final de la guerra, el matrimonio Horna huye a Francia. José Horna pasa por varios campos de refugiados y ella con- sigue rescatarlo para, juntos, huir de nuevo, esta vez en un barco a México.
En el exilio, donde también coincidió con Capa, Horna se unió a los surrealistas mexicanos. Continuó realizando reportajes pero cada vez más surrealistas, con máscaras y elementos fantásticos que muestran un mundo interior convulso. En la capital mexicana residió más de 60 años y tuvo una extensa carrera como docente, formando a futuros fotógrafos. Murió en México en el año 2000.
Kati Horna es sin duda una de las creadoras más inusuales y auténticas del S. XX. Una mujer feminista, solidaria y libertaria comprometida con su tiempo y su arte, que tuvo el valor de ser nuestros ojos, los de las personas anónimas y dignas que vivimos en la retaguardia.
Kati Horna es sin duda la fotógrafa anarquista. Se deno- minaba a sí misma como una “trabajadora del arte”. Toda su vida huyó de reconocimientos y exposiciones, y siempre fue reacia a entrevistas o a cualquier promoción de su obra. Entendió el Arte como una herramienta útil, un oficio en- focado a una misión libertaria.
Nacida en Hungría como Katalin Deutsch, hija de una fa- milia de banqueros, pronto rechazó esa vida acomodada. A los 18 años viajó sola a Berlín, allí conoció al escritor Bertolt Brecht y participó junto a él en las manifestaciones antifascistas. Tomó contacto con la Bauhaus y fue alumna del gran László Moholi-Nagy.
Volvió a Budapest comprometida ya con el antifascismo y con la fotografía, y llegó a trabajar como ayudante con otro grande de esta disciplina, József Pécsi. Tuvo que huir a París en 1932 ante el avance del fascismo en Hungría. Es ahí cuando comienza a interesarse por lo cotidiano, por las historias pequeñas de los parisinos. Una clase de fotografía humanitaria que daba la misma importancia a los objetos que a las personas. Su militancia ácrata y antifascista le me- recen el reconocimiento de la CNT, sindicato que la llama para documentar la situación de los pueblos colectivizados de Aragón.
La Guerra Civil española fue la primera profusamente re- gistrada en los principales medios de comunicación de la época. La cobertura de esta guerra no tenía precedentes. La aparición de cámaras más rápidas, la Leica, pero también el deseo de un compromiso antifascista por parte de numero- sos reporteros, hizo que periodistas y fotógrafos de todo el mundo vinieran a contar esta guerra. Una guerra que mar- có la vida de los jóvenes milicianos y adolescentes que se alistaron para defender la República en 1936, y con ellos la vida de miles de refugiados y voluntarios llegados de toda Europa que se sentían hermanados con su causa. Brigadis- tas, intelectuales, artistas, escritores, poetas, fotógrafos. Y también mujeres. Pioneras como Gerda Taro, Tina Modotti y Kati Horna acudieron a la llamada antifascista
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